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La barba de JD Vance: ¿un símbolo de un cambio generacional en la política estadounidense?

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JD Vance

El resurgimiento del vello facial en la cultura dominante ha pasado por alto en gran medida la arena política.

Desde estrellas del deporte hasta actores de Hollywood, las barbas han regresado notablemente, pero en política siguen siendo una rareza.

Esta tendencia está a punto de cambiar con el candidato republicano a la vicepresidencia, JD Vance.

Su barba completa, una característica novedosa en una candidatura presidencial, ha atraído mucha atención y ha provocado debates sobre sus implicaciones.

Este desarrollo marca un cambio potencial en el panorama político, que refleja cambios sociales más amplios.

Una perspectiva histórica sobre el vello facial en la política.

El vello facial alguna vez fue un elemento básico en la política estadounidense.

La presidencia de Abraham Lincoln en 1861 anunció una era en la que nueve de los siguientes once presidentes lucían barba o bigote.

Charles Evans Hughes, el candidato presidencial republicano de 1916, recibió el famoso apodo de “Iceberg barbudo” por su bigote blanco y su perilla.

Sin embargo, la prevalencia del vello facial en la política disminuyó a principios del siglo XX.

La invención de la maquinilla de afeitar por King Camp Gillette en 1901 hizo que el afeitado fuera más accesible y una apariencia bien afeitada se convirtió en sinónimo de profesionalismo moderno.

El regreso del vello facial: el riesgo calculado por JD Vance

Emily Schultheis de Politico escribe que la barba de JD Vance no es sólo una elección de estilo personal sino un movimiento político estratégico.

Como el primer candidato a vicepresidente en casi un siglo que luce vello facial, Vance está abriendo nuevos caminos.

Esta decisión conlleva riesgos y recompensas.

Durante la mayor parte del siglo XX, el vello facial se consideraba poco profesional y antihigiénico.

Sin embargo, investigaciones recientes indican que los votantes perciben a los candidatos barbudos como más masculinos y competentes, aunque también pueden ser vistos como más agresivos y menos partidarios de las cuestiones feministas.

Al dejarse barba, Vance pretende proyectar una imagen de independencia ruda y alinearse con el arquetipo del “hombre común”.

Esta transformación es particularmente significativa dada su anterior apariencia bien afeitada como autor de “Hillbilly Elegy” y capitalista de riesgo en California.

Ahora, como político barbudo, Vance encarna una nueva personalidad política que resuena entre los conservadores al estilo MAGA que valoran el inconformismo y la independencia de los estándares de la élite.

El relevo generacional en la estética política

La barba de Vance es emblemática de un cambio generacional más amplio en la política.

A medida que más millennials acceden a cargos públicos, las normas y la estética tradicionales se ven cuestionadas.

El vello facial, que alguna vez fue un símbolo de profesionalismo obsoleto, es cada vez más aceptado.

Esta tendencia refleja las actitudes cambiantes de una generación más joven que valora la autenticidad y la individualidad por encima de las apariencias convencionales.

Las implicaciones de la barba de Vance van más allá de la mera estética.

Un estudio de 2015 realizado por la Universidad Estatal de Oklahoma encontró que los votantes perciben a los candidatos barbudos como más masculinos y competentes, pero también menos partidarios de las cuestiones feministas.

Esta doble percepción puede influir en el comportamiento de los votantes, especialmente entre las mujeres.

El estudio reveló que el 52% de los hombres y el 49% de las mujeres votarían por un candidato con vello facial, lo que sugiere que la barba de Vance podría ser un factor decisivo en unas elecciones reñidas.

Si Vance logra romper la “barrera de la barba” y devolver el vello facial a la Casa Blanca, podría anunciar una nueva era de la estética política.

A medida que los millennials ganan influencia, otras tendencias no convencionales también podrían normalizarse.

La barba de Vance, por tanto, no es sólo una declaración personal o política; es un símbolo de la evolución de la política estadounidense.

La barba de JD Vance es más que una declaración de moda; es un riesgo calculado que desafía normas políticas de larga data.

A medida que el vello facial se vuelve más aceptado en la cultura dominante, su resurgimiento en la política señala un cambio generacional. La barba de Vance, que simboliza una fuerte independencia y una ruptura con los estándares de la élite, podría influir en las percepciones de los votantes y potencialmente remodelar el panorama político.

Este desarrollo subraya la naturaleza cambiante de la estética política a medida que las generaciones más jóvenes asumen roles más destacados en la configuración del futuro.

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