
La renuncia a la ciudadanía estadounidense está en aumento, impulsada por cargas fiscales, obstáculos burocráticos y desafíos únicos para los “estadounidenses accidentales”.
Como muestran datos recientes, casi 6.000 estadounidenses renunciaron a su ciudadanía en la primera mitad de 2020, lo que marca un marcado aumento.
Esta tendencia pone de relieve las complicadas políticas fiscales y los requisitos legales que hacen que conservar la ciudadanía estadounidense sea difícil para algunas personas, en particular para aquellos con doble nacionalidad que residen en el extranjero.
Tanto para los estadounidenses ultra ricos como para los accidentales, la renuncia puede parecer una solución atractiva para escapar de la doble tributación y de los complejos requisitos de información financiera.
¿Por qué aumenta la renuncia a la ciudadanía?
Los estadounidenses que viven en el extranjero enfrentan una ardua lucha con las normas de doble tributación, que les exigen presentar y potencialmente pagar impuestos tanto en Estados Unidos como en su país de residencia.
Estados Unidos sigue siendo uno de los pocos países que aplica un sistema tributario basado en la ciudadanía, que exige la declaración de ingresos a nivel mundial.
Si bien los créditos y las exclusiones reducen los pagos de impuestos reales para muchos, los costos de cumplimiento y las sanciones son enormes, lo que lleva a algunos a explorar la renuncia.
Según datos del gobierno, el número de ciudadanos estadounidenses que renunciaron a su ciudadanía se multiplicó por diez a principios de 2020.
Estas personas se enfrentan a un largo proceso que implica trámites costosos, tarifas elevadas y posible pérdida de acceso a los EE. UU.
Este aumento se debe en parte a los “estadounidenses accidentales” que heredaron la ciudadanía estadounidense por nacimiento pero tienen poca o ninguna conexión con el país.
Los estadounidenses accidentales y las presiones fiscales
Los estadounidenses accidentales son un grupo único de ciudadanos estadounidenses que podrían no ser conscientes de su condición de estadounidenses hasta que las instituciones financieras les informen.
Muchos bancos extranjeros, por temor a tener que cumplir con la ley tributaria estadounidense bajo la Ley de Cumplimiento Tributario de Cuentas Extranjeras (FATCA), rechazan prestar servicios a clientes estadounidenses.
FATCA requiere que todos los bancos extranjeros informen sobre las cuentas de ciudadanos estadounidenses, lo que agrega capas de complejidad y cumplimiento tanto para los bancos como para los clientes.
Para los estadounidenses accidentales con vínculos limitados o nulos con Estados Unidos, la renuncia parece una solución práctica.
El costo, estimado en 2.350 dólares, más un impuesto de salida para aquellos con activos importantes, hace que la renuncia sea un desafío financiero.
Los ultra ricos exploran opciones globales
Las personas con un alto patrimonio también buscan alternativas a la ciudadanía estadounidense.
Ante las elevadas obligaciones fiscales sobre la renta, el patrimonio y las ganancias de capital, algunos están renunciando a la ciudadanía como estrategia fiscal.
Los asesores patrimoniales informan que los ultra ricos están invirtiendo cada vez más en ciudadanías secundarias en jurisdicciones con impuestos favorables.
Los programas en Portugal, Malta y el Caribe permiten una segunda ciudadanía por inversión, ofreciendo a estas personas un escape de los impuestos estadounidenses sin cortar totalmente los lazos con el país.
El impuesto de salida es especialmente estricto para los ricos y se aplica a aquellos con un patrimonio neto superior a 2 millones de dólares o un ingreso anual promedio por encima de umbrales establecidos.
Todos los activos, incluidas las cuentas de jubilación, están sujetos a impuestos para garantizar el cumplimiento antes de que el IRS permita la renuncia.
Si bien adquirir un segundo pasaporte puede ayudar, los renunciantes ricos deben considerar cuidadosamente las consecuencias, ya que algunos pueden enfrentar restricciones de reingreso a los EE. UU.
Cómo la FATCA y los costos de cumplimiento impulsan las renuncias
Introducida en 2010, la FATCA ha sido un factor importante en las renuncias a la ciudadanía.
Con el objetivo de combatir la evasión fiscal, la FATCA exige que tanto individuos como instituciones presenten informes exhaustivos sobre cuentas en el extranjero.
Los estadounidenses en el extranjero tienen cada vez más dificultades con los requisitos de FATCA, ya que complica incluso actividades financieras básicas como obtener una hipoteca o abrir una cuenta bancaria.
Muchos bancos extranjeros, disuadidos por los requisitos de información, niegan sus servicios a los estadounidenses, considerándolos clientes de alto riesgo.
Para los ciudadanos estadounidenses en el extranjero, la carga administrativa que supone presentar declaraciones de impuestos anuales, combinada con el riesgo de sanciones por incumplimiento, añade un incentivo adicional para la renuncia.
Proceso y peligros de la renuncia a la ciudadanía
Renunciar a la ciudadanía estadounidense es un proceso de varios pasos. Las personas deben obtener la ciudadanía en otro país, hacer una renuncia formal en una embajada de Estados Unidos y pagar los impuestos pendientes y una tasa (cuyo costo se reducirá de 2.350 dólares a 450 dólares pronto).
Para las personas con un alto patrimonio neto, el IRS aplica un impuesto de salida sobre los activos globales, incluidas las cuentas IRA.
La renuncia es una decisión que tiene consecuencias duraderas, incluida la posible prohibición de volver a ingresar a Estados Unidos.
Si bien algunos pueden obtener un segundo pasaporte de países con acuerdos favorables, otros, especialmente aquellos con pasaportes de programas de inversión, pueden enfrentar obstáculos para ingresar a Estados Unidos en el futuro.
Si bien renunciar a la ciudadanía es una opción para quienes buscan escapar de las cargas fiscales de Estados Unidos, la tendencia sigue siendo un nicho, particularmente entre los estadounidenses accidentales y los ultra ricos.
La cuestión más amplia radica en la política fiscal estadounidense, que impone obligaciones costosas a los ciudadanos que viven en el extranjero.
Los expertos predicen que, hasta que no se produzca un cambio de los sistemas tributarios basados en la ciudadanía a modelos basados en la residencia, el número de estadounidenses que renuncien a su ciudadanía seguirá creciendo, aunque de manera incremental.
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